ESCUELA DE FRANKFURT

Si observamos el origen y evolución de las Teorías de la Comunicación, tanto en Estados Unidos como en Europa, podemos identificar dos grandes tradiciones teoréticas, contrapuestas desde inicios de los años cuarenta, aportando fundamentos metodológicos en la investigación sobre la comunicación de masas: la Mass Communication Research y la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt

Ambas tradiciones representan dos líneas de investigación opuestas, tanto en la metodología, como en las finalidades sociales. Pero es evidente que, la surgida en universidades norteamericanas alcanzó una mayor difusión, pues obedecía a intereses y necesidades de una sociedad industrial.

La primera ya la vimos en un post anterior, ahora hablaremos sobre la Escuela de Frankfurt y la Teoría Crítica.

Esta escuela representó la recuperación de aportes y elaboraciones teóricas de Karl Marx, Engels y Lenin y su correspondiente renovación del marxismo. Profundizando aportes de Kant, Hegel, Freud y Weber, darán lugar a una Teoría Social Crítica.

Esta concepción, dice Torrico (2016, p. 37), fue propiciada por el artículo "Teoría Tradicional y Teoría Crítica", que Horkheimer publicó en 1937 para cuestionar la sociología positivista (Teoría Tradicional) por considerarlo ahistórica y tener pretensión de definir categorías universales; al mismo tiempo para defender la reunificación metodológica de razón y sensibilidad y argumentar la imposibilidad de separar la producción teórica de la praxis social (Teoría Crítica). De esa manera quedó planteado el debate entre el funcionalismo-estructural y la Dialéctica Crítica.

La Teoría Crítica como Teoría de la Comunicación

Los primeros representantes de esta escuela, accedieron al estudio de la comunicación desde la crítica cultural, mediante la totalidad histórica. Con la llegada de Horkheimer y Adorno a Estados Unidos, y su posterior inclusión en equipos de investigación sobre los medios de comunicación masiva, la crítica cultural se convirtió en un punto central de reflexión.

Por el contrario, Habermas (1984), entendía la Comunicación como el elemento central de la racionalidad crítica, iniciando una comprensión de la Teoría Crítica como Teoría de la Comunicación, capaz de englobar el análisis de los espacios comunicativos de condición subjetiva.

La Teoría Crítica como alternativa a la sociología burguesa

La Teoría Crítica se perfila como un radical rechazo a la aceptación del mundo tal como existe. Insiste en la recuperación de la autonomía del individuo en los ámbitos social y científico. En tal sentido, Horkheimer define a la Teoría Crítica como un elemento más del proceso revolucionario en el que la realidad es analizada y aprehendida para ser trascendida y alcanzar, como fin último, una situación fundada en la Razón.

Este pensamiento rechaza la aceptación de una realidad objetivable, susceptible  de ser reflejado pasivamente por el teórico (empirismo), planteando la recuperación de la Dialéctica de Marx (con sus principios de totalidad, contradicción y transformación).

Por tanto, indica Torrico (1985, p. 167), la Teoría Crítica se define como alternativa a la teoría social burguesa de carácter empírico-cuantitativo destinada al análisis de las partes del proceso social, desconociendo la totalidad de las mismas, con el que adquieren sentido.

La Teoría Crítica como alternativa a la Mass Communication Research

En lo que se refiere al estudio de la comunicación de masas, la Teoría Crítica, frente al surgimiento de la Mass Communication Research, se opuso a la aceptación de una investigación orientada a intereses de organismos públicos y privados, interesados en ofrecer mayor conocimiento de los medios de comunicación y facilitar su uso, respondiendo a una estrategia instrumental.

Frente a la técnica de short-run que caracterizaba la investigación norteamericana sobre audiencias y efectos, la Teoría Crítica realizaba un especial hincapié en el análisis de quiénes controlaban los medios de comunicación de masas. Si la Mass Communication Research respondía a un público formado por los gestores de la industria comunicativa interesados en el qué de la comunicación masiva, la Teoría Crítica respondía a aquellas fuerzas sociales  interesadas en saber el quién, cómo y por qué se ejerce el control de la comunicación masiva.

Es decir, dice Moragas (1985), la Teoría Crítica se opone a cualquier consideración asocial y ahistórica de la comunicación de masas que posibilite un análisis bajo criterios de rentabilidad o eficacia comercial o persuasiva.

Industria Cultural y crítica a la razón instrumental

Dentro de las contribuciones de esta escuela, identifica Torrico (2016), además de la Teoría Crítica, otra que se encuentra en relieve es la Industria Cultural. Fueron Adorno y Horkheimer quienes en un capítulo del libro Dialéctica del Iluminismo (1944) pusieron en duda el triunfo de la racionalidad técnica y la confluencia de cultura y mercado; el resultado de ambos hechos renovó las formas del dominio.

En tal obra, señala Moragas (1985, pp. 169-170), ambos autores realizaron un profundo análisis de la naturaleza represiva de la sociedad capitalista, en el que la razón es sometida a una subestimación de sus valores instrumentales y operativos. En estos valores el hombre y la naturaleza se manifiestan como material de dominio. Las técnicas metodológicas de carácter cuantitativas, convertidas en únicos criterios de conocimiento certero, anulan cualquier pensamiento crítico opuesto a la nueva forma de irracionalidad.

En el ámbito de la racionalidad instrumental, la comunicación pública se manifiesta como uno de los principales agentes de control social. Adorno y Horkheimer propondrán la denominación de "Industria Cultural" para caracterizar la realidad social que los investigadores norteamericanos denominaron mass culture (cultura de masas), incorporando la naturaleza burocrático-industrial que caracteriza este tipo de comunicación pública institucionalizada.

Como resultado de una sociedad cosificada, en la Industria Cultural se observa la performance de un tipo de comunicación que refleja dicha cosificación y en la que la finalidad racional de una comunicación libre se verá sometida a los criterios de la racionalidad instrumental.

Para Horkheimer, continúa Moragas (1985), incluso el lenguaje es reducido a un instrumento más del enorme aparato de producción, en el que las formas clásicas de cultura serán descontextualizadas en su ejecución efectiva, convirtiéndose en productos destinados al engranaje industrial (producción serializada para el consumo masivo), modificando las formas de recepción cultural: a una cultura sometida a la producción industrial le corresponderá como receptor un consumidor cultural.

En lo posterior, complementa Torrico (2016), sobre la industria cultural, se registraron dos variantes: una, su aplicación al plano de la producción del saber con el surgimiento del concepto industria del conocimiento, y otra, su conversión en plural, industrias culturales.

Cultura y unidimensionalidad

Para Herbert Marcuse nos hallamos en una sociedad unidimensional regida por una racionalidad tecnológica que se manifiesta como racionalidad política fluyendo en un solo sentido. Con el estallido del universo tecnológico, dominado por la racionalidad instrumental, la cultura pasa a ser un sistema de control social, hallándonos frente a una cultura afirmativa.

Moragas (1985, p. 172), señala que la cultura afirmativa, de la cual participa abiertamente la comunicación de masas, no interviene como instrumento de destrucción ideológica de la sociedad tendiente al "fin de las ideologías"; al contrario, actúa como instrumento de incorporación de la ideología del capitalismo avanzado en todos los ámbitos de la vida cotidiana.

Hacia una nueva definición de la Teoría de la Comunicación

Un elemento renovador que aportó Jürgen Habermas a la Teoría Crítica ha sido el giro lingüístico que ha dado lugar a un nuevo replanteamiento de la Teoría del Lenguaje, planteando la Comunicación como tema central de la Teoría Crítica.

Los autores de la primera generación miraron el lenguaje como un elemento más de los fenómenos sociales, pero Habermas planteará el análisis de la acción comunicativa como un componente esencial para el conocimiento de las formas de construcción de la realidad social y como elemento motor que posibilitará la autoemancipación de los individuos frente a los sistemas de dominación, ya que, según Habermas, los sujetos interpretan la naturaleza y se interpretan a sí mismos dentro de su entorno.

A partir de ello, Habermas se inclina hacia la Teoría de los Actos de Lenguaje para llegar a elementos teoréticos que le permitan el análisis del componente pragmático de la comunicación.

Habermas, dice Moragas, observa que la construcción de la realidad social se basa en dos tipos de acción:
  • Acción instrumental. Resultado del nivel técnico aplicado al proceso de producción (trabajo).
  • Acción social. Resultado de la interacción simbólica intersubjetiva. A su vez compuesto por tres subtipos de acción: a)acción comunicativa, que es la existencia de un diálogo libre de coerciones, basado en la igualdad de condiciones y roles comunicativos; b)acción estratégica, en la cual los actores enfrentados orientan el diálogo hacia el propio éxito y c)acción simbólica, donde, en sus criterios más generales, no necesitará siempre de un discurso verbalizado. (Moragas, 1985, p. 176)
Estos tipos de actividad (acciones) constituyen el objeto fundamental de la Teoría de la Comunicación propuesta por Habermas, observándose un replanteamiento de la dicotomía marxista clásica, contemplada desde una perspectiva comunicativa.

Comunicación y anticipación utópica

Es en Habermas que se observa el mayor acercamiento de la Teoría Crítica  a la Teoría de la Comunicación como aporte esencial para la redefinición de dicha teoría. En ambas generaciones de esta escuela, señala Moragas (1985, pp. 177-178), la Comunicación y el Lenguaje se muestran como un componente de la reflexión crítica en la que ejerce una anticipación utópica, ya que, dice Moragas, cualquier sociedad futura regida por la Razón deberá ser mediatizada por formas comunicativas, libres, ajenas al control social y portadoras de un consenso normativo. En tal sentido, cualquier "final de la utopía" comportará también formas comunicativas igualitarias y libres, y hacia ese objetivo se orientan las contribuciones de la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt a una Teoría de la Comunicación de carácter anticipatorio y emancipador.

Conceptos similares al de la "Comunicación horizontal" emergida en Latinoamérica.

Actualmente, existe una revista científica que reúne y difunde trabajos teóricos desarrollados bajo la misma línea de la Escuela de Frankfurt. Así mismo, cuentan con un número especial dedicado a la Teoría Crítica de la Industria Cultural.

Referencias bibliográficas

Moragas Spà, M. de. (1985). Sociología de la comunicación de masas. Barcelona, España: Gustavo Gili.

Torrico, E. (2016): Comunicación. De las matrices a los enfoques. Leonardini, G. (Ed.), Punto de Encuentro. La Paz.

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2 Comentarios

  1. Gracias por el trabajo desarrollado, se nota la búsqueda de información que permite tener un panorama lo más claro posible sobre lo básico de la Escuela de Frankfurt. ¡Sigue adelante! tienes un excelente blog.

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    1. Muchas gracias Lic Rigliana, a seguir mejorando día a día.

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